LA RELIGIOSIDAD |
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SUMARIO |
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LA VISITA DE LA VIRGEN DE FÁTIMA La Virgen de Fátima, que recorría toda España, llegó a la Puebla el día 23 de noviembre de 1950, procedente de Villanueva de San Juan. Fue recibida con mucha devoción y entusiasmo. Estuvo en la Puebla durante tres días, permaneciendo abierta la iglesia parroquial todos los días y las noches que estuvo aquí la imagen de la virgen. Salía todos los días el Rosario de la Aurora, y la imagen lo acompañaba en procesión. Al terminar los tres días se trasladó a Morón de la Frontera. (PULSAR PARA VER EL PROGRAMA ORIGINAL DE LA VISITA) LOS CAMPANILLEROS DE LA AURORA Los “campanilleros de la aurora” eran un conjunto de cofrades de la Hermandad de la Virgen de los Dolores; estos tocaban y cantaban el Viernes de Dolores por la mañana, le cantaban a la Virgen y en las casas de los hermanos, donde eran obsequiados con bebidas y dulces caseros. Los hermanos También se cantó otra canción con estas letras: Estas letras también se cantaron: Esta Aurora que arranca el vuelo Esta Aurora que a ti te cantamos Desde los tiempos remotos, el 2 de febrero, día de San Blas, todos los niños y niñas de la Puebla van a la iglesia parroquial llevando unos roscos ensartados en una cinta de seda y atados con un lazo para ser bendecido por el cura párroco en la puerta de la iglesia, acompañados siempre por los padres o por un familiar. Estos roscos, llamados “de San Blas”, son compuestos de huevos, harina, canela y algunas especias más, y también acompañan a dichos roscos otros mayores hechos de pan con unos piquitos semejantes a una corona de espinas. Antiguamente todos los días 3 de mayo, día de la Santa cruz, hasta el 9 del mismo mes, en todos los patios se ponían altares con cruces adornadas con encajes, velas y flores naturales; todos los días se rezaba el rosario, se cantaban y se bailaban seguidillas (después se cambiaron por sevillanas), a veces acompañadas de acordeón, bandurria y guitarra.
LA PROCESIÓN ANTIGUA DEL CORPUS La procesión antigua del Corpus se celebraba con mucha devoción y sentimiento religioso, sobre las calles alfombradas con hierbas olorosas y juncias traídas de la sierra. Las ventanas y balcones lucían colgaduras, como colchas y mantones de Manila. Salía primeramente la antigua Custodia adornada con espigas de trigos y racimos de uvas, detrás salían las imágenes de Maria Auxiliadora, San Antonio, el niño Dios, san Luis y varias mas; el personal iba en filas con velas encendidas y cantando canciones religiosas, en algunas casas había altares con imágenes donde se exponía el Santísimo donde se celebraba el acto correspondiente al mismo. A primeros de siglo y algún tiempo después se celebraba la procesión de San Marcos, y salía en procesión la imagen de dicho santo desde la ermita hasta la parroquia. A esta procesión la llamaban “La Letanía de San Marcos”, porque se cantaba y se rezaba la letanía durante su recorrido. Esta la organizaba la Señorita Maria Calderón, con la ayuda del cura párroco el padre Cotán; este era un cura muy popular porque se remangaba la sotana. La Reina Isabel II le regaló un cáliz de plata. Las antiguas ceremonias religiosas se celebraban en la Semana Santa de la siguiente manera: El “domingo de visita” se celebraba el domingo primero después del de Resurrección. Salía el cura bajo palio, para darles la comunión a los impedidos que no podían ir a la Iglesia y lo recibían en sus casas; estas personas eran inválidos y otros que, por su enfermedad, estaban imposibilitados para salir a la calle. Esta procesión pasaba por las casas de todas las personas que querían comulgar. El personal acompañante iba en filas, con velas encendidas y entonando cantos religiosos. Primeramente tocaban las campanas por la mañana y de madrugada para las primeras misas que se celebraban por las mañanas, -por las tardes no se celebraban misas,- para los días festivos, tocaban en la víspera, a las doce del día anterior; a las ocho de la tarde tocaban por las almas del purgatorio y se le llamaba el toque de las Ánimas. Se tocaba a las diez de la noche, que se le llamaba toque de Agonía, cuando había un fallecimiento; si el fallecido era varón daban siete campanadas, y si era hembra cinco campanadas. Los antiguos entierros se celebraban de forma muy diferente a los de ahora. En aquellos tiempos los dolientes, acompañados por amigos y deudos, marchaban a la parroquia donde esperaba el cura con el organista y se rezaba un responso; a continuación salía el clero con los dolientes y amistades, el cura, organista y, según la categoría del entierro, con más personal el clero con cruz alzada. Todos estos marchan a casa del difunto, que es recogido y llevado, casi siempre a hombros, por amigos y familiares hasta la salida de la Puebla, con el clero cantando composiciones fúnebres. A la salida del pueblo termina con un responso ante el cadáver y posteriormente traslado al cementerio, de donde el personal vuelve a casa del difunto, en la cual desfilan dando “En paz descanse” a los familiares, volviendo luego el clero a la Iglesia. Antiguamente, el día de los difuntos consistía en encender un farol que tenían las tumbas con cruces, estas tumbas estaban en el suelo, ya que en aquellos tiempos aún no había nichos en las paredes, y se adornaban con coronas y flores naturales, sobre todo crisantemos. También se les encendían en las casas mariposas, siempre ante un cuadro de las Ánimas del Purgatorio, durante 9 días y a veces un mes.
Los Pregones de Jesús eran un canto litúrgico, mezcla de gregoriano con algo de flamenco; estos pregones se cantaban en el sermón de Jesús en la madrugada del Viernes Santo en el convento de San Francisco delante del paso, antes de salir Jesús a la calle para hacer el tradicional recorrido de penitencia. Se componían de cuatro partes: el de Judas, el de Pilatos, la Oración en el Huerto y por último el del Ángel. (PULSAR AQUÍ PARA LEER LOS PREGONES DE JESÚS)
El Rebaño de María vino a la Puebla el año 1895; se fundó en el antiguo hospital de la Ermita por la Madre Encarnación y su misión era enseñar los deberes y la religión a los pequeños. Había entre ellas un capellán dominico que se llamaba el Padre Patarín, y todos los días iban a las puertas del cementerio, que estaba cerca, a rezar el rosario por los difuntos allí existentes. Sobre el año 1905 al 1910 se trasladan al Convento de San Francisco por encontrarse cerrado por la marcha de los padres franciscanos por la ley de Mendizábal. Su labor es admirable en la enseñanza y en las labores. En el año 1936 es incendiado el convento, todo arrasado por las llamas, y estas monjas se refugian en casas particulares de la vecindad, vistiéndose de seglares hasta la llegada de las tropas nacionales, en que fueron otra vez restituidas en sus puestos. Se dio la circunstancia que llegaron extremistas forasteros que quisieron prenderle fuego a la residencia de éstas, oponiéndose a ello José Moreno “Palanca”, hijo del dirigente de izquierdas de entonces. Este buen hombre se portó con amor a la humanidad, y tuvo que luchar con aquellas turbas desalmadas. Hoy estas monjas gozan de mucha simpatía y admiración en la Puebla, y se destacan los niños que son educados por ellas. La virgen de la Molineta es una loza grabada con la imagen de una Virgen, que se encuentra en la fachada de la Guardería Infantil en la calle la Cilla, y que apareció hace muchos años, cuando excavaban los albañiles los cimientos para levantar la pared de un molino de aceite. Al hacer dicha pared fue colocada en ella la mencionada loza, adquiriendo tanta devoción que iban los creyentes a rezarle, particularmente durante la guerra civil, que pedían por su terminación y por sus seres queridos que se encontraban en el frente. San José el de la ermita, el patrón de la Puebla, tenía una fanega que le donó al morir Teresa Moreno de Guerra, (que además repartió tierras entre sus primas hermanas, ya que no tenía herederos directos) para que nunca le faltara la luz. Actualmente no se sabe el camino que cogió dicha tierra ni de quién es. ENTRONIZACIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN Era el día 18 de octubre de 1942, cuando en el Ayuntamiento de la Puebla de Cazalla se entroniza el Sagrado Corazón de Jesús. Vino el entonces cardenal Segura, y se entronizó una imagen en el Ayuntamiento, poniéndose a la vez una loza conmemorando dicho acontecimiento en la fachada del mismo. Era en esa época el alcalde Joaquín Herrera Blanco. Una señora llamada Rosario Moreno dona a la Virgen del Rosario (imagen que había en el Convento de San Francisco antes de ser incendiado) seis fanegas de tierra para el culto, para flores y limpieza del altar. Curiosamente, de esto no se sabe nada: la virgen desapareció y al parecer, una Hermandad que tenía dicha Virgen, también. |
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