LOS ESTABLECIMIENTOS |
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SUMARIO |
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Los tejares existían en la Puebla desde los tiempos de los árabes; existían varios tejares cuyos dueños eran los siguientes personajes: Pepe Luna, José Pérez, Mostraor, Pérez Chía, El Tele, El Colorao, y otros. Estos tejares estaban situados en la carretera de Osuna y también los hubo al final de la Cuesta la Cilla, junto a la Sua. Hubo otro que le decían del Moronero, este no hacía ladrillos, hacía macetas, cántaros y varios cacharros más. Cinco posadas existieron en la Puebla, hoy ya desaparecidas y convertidas en viviendas casi todas y algunas en cocheras y talleres. En la calle Mesones había la de Curro Palazón, otra de su hermano Pepe, estas dos convertidas en viviendas y cocheras, la de Pedro Mota en la Plaza Vieja, convertida también en viviendas, en la calle Morón la de Juanito, convertida también en viviendas como las anteriores, en la calle Granada la de Galán y después fue del Nono, hoy Talleres Eléctricos. Había en La Puebla un molino del pan, un molino de viento y varios de aceite. El Molino del Pan fue un molino de harina donde se molía el trigo y otros cereales, que estaba situado en el puentecillo de la carretera de Osuna. Precisamente el río Corbones fue desviado por este sector para conseguir mover la máquina del trabajo de dicho molino, así al construirse dicho molino hubo que construir el puentecillo para el paso de las aguas. Este molino solucionó en la posguerra muchos problemas; con la harina que producía evitó hambre de pan, aunque fue perseguido y varias veces clausurado. También hubo en ese mismo lugar una central eléctrica donde se produjo la primera electricidad que proporcionó luz a la Puebla. Hubo en tiempos dos fabricas de harina en La Puebla: la primera, hoy convertida en viviendas, fue Jiménez y Compañía, en la Alegría, que fue heredada por los hermanos Antonio y Gabriel Gallardo. Esta fábrica se construyó aproximadamente a primeros del siglo XX y funcionó hasta los años mil novecientos cincuenta, en que fallecieron los hermanos Gallardo, siendo heredada por los hijos de estos, que no supieron administrar dicha fabrica. El mercado era antiguamente un lugar cercano al paseo donde se reunían los compradores para la compra de animales para las labores, tan necesarios en aquellos tiempos en que no había tractores. Había compra, venta y cambio, había mucho movimiento de animales en aquellos tiempos siendo los gitanos los principales participantes en este mercado. Hay varias huertas aquí en la Puebla, o mejor dicho hubo porque, aunque en el término de Marchena hubo varias y sus dueños fueron hijos de la Puebla, éstas no pertenecían a nuestro pueblo por su situación. Las que hubo: el huerto Guisado en Piyaya, la Breña pegando al Madroñal, en el Acebuche, en la Adelfa en el mismo rancho, y la de los Palominos en la Fuente Vieja. Primeramente se fundó la Peña Liberal, hoy desaparecida, en la calle Mesones esquina con la calle Pizarra; posteriormente el Casino Independiente, en la calle Victoria, donde esta hoy el Banco de Andalucía, después de Casino Independiente, el local fue sede del Partido Acción Popular, que fue incendiada dicha sede el l9 de julio de 1936; con anterioridad el Casino Independiente se había trasladado a donde hoy está instalado Banesto. LOS CUARTELES DE LA GUARDIA CIVIL El cuartel de la Guardia Civil estuvo primeramente en la calle Victoria, donde hoy están las cocheras Victoria; posteriormente pasó a la Alegría, donde tienen hoy el taller los Sales, y actualmente se encuentra en la carretera de Morón, en un edificio que se terminó de construir el 1 de enero de 1969; también hubo en tiempos un cuartelillo en el cortijo de Coria, donde existen aún las ruinas. La Casa del Pueblo estaba instalada primeramente en la calle Fuente Santa, donde esta hoy la UGT; después fue trasladada a una casa mayor que adquirieron en la calle Sol, hasta el año 1936, que desaparecieron los partidos políticos, entre ellos el PSOE, al que pertenecía la mencionada Casa del Pueblo. La Comarcal era un local donde se almacenaba el trigo que los agricultores tenían que entregar según el cupo, cantidad que cada uno tenía que entregar al Servicio Nacional del Trigo por obligación, al declarar la cosecha que hubiera recolectado. Como era natural lo pagaban, pero siempre menos de su valor. Después, los agricultores vendían el trigo más caro de lo que estaba tasado.
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