LOS
SUCESOS REVOLUCIONARIOS
Sobre el año 1934 hay unos sucesos
turbulentos, siendo alcalde Fernando J. de Andrades y Serrano, del Partido
Radical Republicano. La oposición de izquierdas se enfrenta a su autoridad,
está la cosa bien caldeada y se teme lo peor; entonces viene de Sevilla una
compañía de Guardias de Asalto, (fuerzas de orden público instituidas por
la Republica
). Una noche
le hacen frente los revolucionarios en el paseo, y tirotean a dichas fuerzas;
entonces éstas, que gastaban porras, empiezan a atacar al personal
repartiendo porrazos a diestro y siniestro, y para colmo estalla un petardo
que alguien había puesto en la casilla de la luz eléctrica, quedando el
pueblo a oscuras, y solo se oía el correr del personal por las calles.
Hubo heridos y contusionados, y los
revoltosos fueron detenidos y conducidos a la cárcel de Morón. Como anécdota
de este suceso, los guardias de Asalto tenían orden de que no hubiesen juntas
más de dos personas, y cuando los veían los dispersaban con las porras.
Cierto día venía el personal huyendo de dichos guardias, cuando se cobijan en
la taberna de Alonsito (hoy la tienda de Fernando Guerrero), entran los
guardias y empiezan a desalojar la taberna con las porras, conforme iban
saliendo los esperaba otro guardia en la puerta, donde también recibían
algunas “caricias” de propina conforme iban saliendo. Entre los asistentes se
encontraba Joseíto Cejudo; éste se vio perdido y no se atrevía a salir a la
calle temiendo lo que le esperaba si salía por la puerta, entonces se metió en
el pozo poniendo los pies en los agujeros que tienen los pozos para bajar,
quedándose allí hasta que pasó todo y volvió la tranquilidad, pero
encontrándose con la fatalidad de que estaba ya la taberna cerrada y no podía
salir. No se sabe como se las apañaría.
Otra anécdota con referencia a dichos
guardias es la siguiente: había en la Fuente Vieja un tal con unos galgos, esperando
a un amigo para ir a cazar, éste al ver venir a la Guardia de Asalto,
emprendió tal carrera que llegó con los galgos ahorcados al Cerro Maller.
EL 18 DE JULIO DE 1936
Las milicias populares, amparadas por el
Frente Popular, se echaron a la calle y se adueñaron de
la Puebla
, registrando
domicilios y requisando todas las armas que encontraban, y por último
deteniendo a todas las personas de derechas.
La Guardia Civil
fue
trasladada a otro lugar, el pueblo se quedó sin autoridad, cortaron los
puentes, incendiaron la iglesia parroquial, perdiéndose obras de gran valor
artístico, así también como el convento de San Francisco, ardiendo en él las
imágenes de Nuestro Padre Jesús de Nazareno, figura de gran valor, el Cristo
de las Aguas, atribuido a José Montes de Oca, y demás imágenes titulares de
las Hermandades.
La Soledad
fue también destruida, y la
Virgen de los Dolores se salva por haberse caído la
capilla, y fue trasladada a casa de Pedro Sánchez; se incendia también un
retablo de San José que había a la izquierda de la puerta de la sacristía con
un valor incalculable y de un autor de mucha categoría.
Estos incendios ocurrieron el 19 de julio,
domingo. El día 31 de julio ocupan las tropas nacionales la Puebla, todo el personal
huye hacia Villanueva de San Juan gritando: ¡Ya vienen! En la calle Morón, en
el Molino de Vapora (hoy convertido en vivienda sobre la casa de Tomaso) se
hace resistente a las tropas Juanito Palanca, hijo del cabecilla
izquierdista, que quedó solo esperando a los soldados; estos disparan al aire
para que se marche, pero en vez de eso, Juanito tira cada vez con más
peligro, y está a punto de matar a un oficial. Entonces las fuerzas le
responden y le disparan, teniendo Juan la mala suerte de ser herido; se
marcha corriendo por la calle Sol hasta que al poco cae al suelo ya cadáver,
a consecuencia de las heridas recibidas.
Por la tarde del mismo día 31 de julio, es
fusilado en la puerta del convento Tomás Pliego, hombre que, aunque era de
izquierdas, no era alborotador, pero al parecer vinieron unos familiares de
Marchena a vengarse de un antiguo problema familiar que había entre ellos.
Esta muerte fue muy sentida en el pueblo, ya que este hombre no se mereció
este final tan injusto, lamentado incluso por muchas personas de derechas.
UNA CONFUSIÓN
Era el año 1936, y hacía poco tiempo que la Puebla había sido ocupada
por las tropas nacionales, aquí apenas había fuerzas militares. Los puentes
habían sido volados por los republicanos, y cierta noche se observa la
llegada de vehículos al río Corbones por la carretera del puente de Osuna:
llegaban unos y otros, apagaban los focos y se paraban, dando la sensación de
que eran tropas enemigas.
Los puestos de guardia se pusieron
inmediatamente en alerta, se reforzaron dichos puestos y leyeron un bando muy
severo firmado por el comandante militar de la plaza. Todo era silencio y
calma tensa, hasta que en la oscuridad de la noche un grupo de soldados se
arriesga a ir a la orilla del río y escuchar, y entonces fue la sorpresa: las
tropas que llegaban eran de los nacionales, que al estar el puente volado se
paraban, por no poder pasar el río para seguir hacia Sevilla. Estos “escuchas”
fueron capitaneados por Angelito Fuentes, hijo de Antonio Fuentes, que era
entonces el jefe local de Falange.
LA LLEGADA DE LOS REQUETÉS
Era el 31 de agosto de 1936, cuando se
presenta en la Puebla
como refuerzo solicitado el Tercio de Requetés de la Virgen de la Merced de Jerez de la Frontera, con motivo de
un inminente ataque de las fuerzas republicanas. Llegan y forman en la Plaza del Ayuntamiento,
con boinas rojas del Carlismo, fusil y manta de campaña; cantan el Oriamendi,
su himno oficial, y se marcha cada uno a su puesto indicado de guardia,
saliendo al poco tiempo de la
Puebla, ya que afortunadamente no pasó nada.
LAS TROPAS ITALIANAS
Transcurrían los meses de enero y febrero
de 1937, y era la calle Granada un hervidero de tanques, cañones, y camiones
cargados con soldados italianos. Estos iban con las tropas del general Queipo
de Llano, a conquistar Málaga, que estaba cercada por las tropas del General
Franco. Los soldados italianos instalaron su cuartel en la casa de Ramón
Moreno, hoy de las Cruzadas, e hicieron pronto amistades a pesar de hablar
otro idioma, entre los vecinos de la Puebla; algunos se echaron novias, y se
paseaban por las calles cantando canciones típicas italianas.
UN BATALLÓN EN LA PUEBLA
Era el año 1937 cuando venía a la Puebla un batallón de
infantería al mando del comandante Segundo Artillo, procedente del frente de
guerra para descansar una temporada. El cuartel de esta tropa estuvo
instalado en la calle Mesones, en la casa que fue de Ramón Moreno, y el
colegio de Santa Ana fue albergue de estos así también como la cocina. Se
acogió a estos soldados con mucha simpatía y cariño por todas las familias de
la Puebla,
eran invitados en las casas a comer y a tomar café, etc. Así estuvieron casi
un mes, pero de pronto vino una orden urgente de su incorporación al frente
de guerra. La despedida fue triste y dolorosa por el cariño que ya había
entre los soldados y el pueblo, la marcha fue de noche, y se despidieron con
la siguiente canción:
Adiós
la Puebla
la Puebla de mi querer,
adiós
la Puebla
cuándo
te volveré a ver.
No
me marcho por las chicas
que
las chicas guapas son
guapas
son.
Me
marcho porque me llevan
a
defender la nación.
Quedó en la Puebla una representación
de dicho batallón, y una de las veces que volvían -esta de comisión de
servicios- algunos soldados contaron que cuando se fueron de la Puebla, llegaron a un
pueblo de Granada, y tuvieron sed y llamaron a una casa a pedir agua; salió
una señora y les dijo: Agua no hay bastante, estáis molestando en la calle.
Estos recordaban a la Puebla
y decían: ¡Igualito que la
Puebla! Entonces entonaron la canción antes mencionada y
gritando: ¡Viva la Puebla!
Pasó en aquel momento un coche de oficiales, que paró ante ellos, se baja un
oficial, y éstos creen que les va a llamar la atención por alborotar.
Dirigiéndose a ellos les pregunta el oficial: Muchachos ¿a qué Puebla se
refieren ustedes? Y contestaron: A la Puebla de Cazalla, que es el pueblo más bueno
que hay en España. Entonces dice el oficial: ¡Pues de ahí soy yo! Y empezaron
todos juntos a vitorear a la
Puebla. Este oficial era hijo de Ramón Moreno, que tenía
dos hijos militares.
LA CARTILLA DE LAS RACIONES
La cartilla de las raciones era el
documento que se tenía en la posguerra para conseguir los alimentos, ésta
consistía en varias hojas de cupones, y cada hoja estaba dedicada a un
artículo con un cuadro pequeño numerado donde daban orden; el cupón se tenía
que dejar en la tienda al obtener el alimento que estuviera en venta. Unas
hojas estaban dedicadas al azúcar, arroz, frutos secos, patatas y varios.
Las raciones venían muy de tarde en tarde,
y cuando venían asignaban muy pocos gramos por persona, así que había que
comprar los comestibles de estraperlo, que estaban a unos precios por las nubes.
LOS COMEDORES DE LA POSTGUERRA
Los comedores estaban en la calle Victoria
donde después había unas escuelas, y después de ser comedores, fue
Consultorio Médico. En dicho edificio se les daba comidas a los huérfanos de
la guerra y otros necesitados, esto era una obra social denominada Auxilio
Social de Falange. Estos niños eran atendidos por señoritas de la Sección Femenina,
para obtener medios para estas necesidades se organizó el “Día del plato único”,
esto quiere decir que se comía un plato y lo demás se ahorraba y se donaba
para tal fin antes dicho.
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