LOS MONUMENTOS

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SUMARIO

 

LA PARROQUIA DE SANTA MARÍA DE LAS VIRTUDES

La Iglesia Parroquial de Santa Maria de las \/irtudes se construyó a mediados del siglo XVI, por el Conde de Ureña y Duque de Osuna. Esta Iglesia casi estuvo arruinada a principio del siglo XIX a causa de la decadencia del Duque. El proyecto era como la iglesia de Olvera: dos torres y la media naranja más alta, pero no se llegó a hacer dicho proyecto, y cuando se proyectaba su restauración fue ocupada por las tropas francesas y convertida en su cuartel general y cochera para los carruajes; esto ocurría en el año 1811.
Al retirarse los franceses se va construyendo gracias a la aportación de los vecinos, que contribuían ayudando a su restauración. En el año 1.884 fue inaugurada. Sobre el año 1.930 se termina la torre con la veleta, esta obra fue hecha por el maestro albañil José Moreno, padre de Francisco Moreno Galván, los cristales de colores de dicha veleta fueron puestos sobre la misma fecha por el carpintero Juan Conde.
En el año 1936 fue incendiada por los alborotadores, quedando completamente destruida, donde se perdieron antiguas imágenes y altares, así también como el órgano, que era uno de los mejores de España. Posteriormente se empezó la restauración, adquiriendo nuevas imágenes y retablos, que fueron donados de iglesias en ruinas. Maria Calderón donó unas viguetas de madera procedentes del molino de aceite que tenía en la calle Molinos; con dichas viguetas se construyó el cancel y la puerta de la Iglesia.
El altar mayor fue construido algo después del año 1940 por iniciativa del que fue alcalde en aquella época Joaquín Herrera Blanco, de profesión farmacéutico. La iniciativa era la siguiente: que todos los agricultores, al cobrar el trigo que entregaban en la Comarcal, tenían que colaborar con cierta cantidad de dinero para pagar dicho altar. Éste fue construido por el ceramista de Triana Enrique 0rce.
El día 27 de septiembre de 1949 la iglesia parroquial fue inaugurada con la presencia del Cardenal Segura.

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EL CONVENTO DE SAN FRANCISCO

El convento de San Francisco de Paula fue fundado en el año de 1550 por los Padres Mínimos Franciscanos, que estuvieron ocupando dicho convento hasta el año 1800 y pico, en el cual marcharon por la ley de Mendizábal, que expropiaba los bienes de todas las comunidades religiosas.
En este convento radican tres hermandades de penitencia desde muchos años: la de Nuestro Padre Jesús de Nazareno, Nuestra Señora de los Dolores y el Cristo de la Vera-Cruz, que fueron incendiadas las imágenes titulares de éstas el 18 de Julio de 1936, salvándose la de la Virgen de los Dolores que no estaba allí por haberse derrumbado el techo de su capilla. Existía también un retablo junto a la puerta de la sacristía donde había una imagen de San José de un inmenso valor artístico; a la derecha existía también un buen retablo con la Imagen de San Francisco de Paula; al entrar a la derecha había una capilla de la Virgen del Rosario, la cual tenía una hermandad y también poseía como bienes unos terrenos propios. En el altar mayor, también de mérito artístico, residía una imagen de la Virgen llamada de la Candelaria.
Cuando se quería plantar una palmera en la puerta del Convento, junto a la Capilla del Cristo, en el año 1990, al profundizar con la excavadora se encontró un cementerio, parecía ser que fuera perteneciente a los padres Mínimos; mas los expertos dijeron que no tenía importancia dicho hallazgo, y volvieron a taparlo nuevamente.
Hay varios panteones en este convento: en la capilla de la Virgen de los Dolores hay dos de la familia Bohórquez y otro de la familia Bermúdez, en la capilla del Cristo hay otro donde está enterrada una joven, hija de una fondista, que quiso enterrarse en dicha capilla cuando falleciera.
Sobre los años 1980 se instalan tres cruces con las columnas y barandas en medio de la plaza donde antes solamente había una. Las columnas que sostienen las cruces de la plaza estuvieron en el cancel que había en el Convento antes que fuera incendiado, en los tres arcos que había al entrar en dicho Convento.
El convento fue restaurado en 1990, trasladándose el altar mayor a la parte más honda en el mismo lugar.

LAS CUATRO ERMITAS

Había en la Puebla antiguamente cuatro Ermitas: San José, Santa Ana, San Sebastián y La Concepción.
La ermita de San José y la de Santa Ana existían a finales del siglo XVI, las otras dos se conocían desde principios del XVII. La ermita de San José, en el barrio del mismo nombre, fue la primera que se levantó, por encontrarse en ella la imagen del patrón de la Puebla. La imagen original fue destruida en 1936, siendo reemplazada por una nueva en 1951.

La ermita de Santa Ana, fundada por Fray Hernando de Caravaca, estaba en el mismo barrio del nombre de la Santa; al parecer su ubicación exacta estaba señalada por una cruz que hubo hasta principios del siglo XX sobre un pedestal de piedra en el comienzo de la calle San Patricio, saliendo hacia la Fuenlonguilla, a la izquierda. Bajo dicha cruz se reunían algunos vecinos para escuchar las charlas de personas instruidas, por lo cual se le llamaba “la cruz del mentidero”. Consta que en 1658 existía en ella el grupo escultórico de Santa Ana, San Joaquín y la Virgen Niña, la Virgen de Consolación, el altar de Jesús Nazareno y el altar de la Virgen de la Cabeza.

La ermita de San Sebastián, en el límite del término por la parte de Marchena, en la terminación de la actual avenida de Antonio Fuentes. Tal vez fue fundada por inmigrantes marcheneros venidos desde su pueblo, que la bautizaron así en honor a su patrono. En ella había una imagen de San Sebastián que, al desaparecer la ermita, fue trasladada al convento de San Francisco.

La ermita de la Concepción, en la “Fuente Vieja”, era también hospital que acogía a los enfermos procedentes de la sierra, sufragado por un patronato formado por varias familias acaudaladas de la localidad, y además en ella eran enterrados de limosna los que morían siendo muy pobres. La imagen titular, la Concepción, fue trasladada al desaparecer esta ermita a la parroquia de las Virtudes, donde se encuentra en la actualidad, habiéndose salvado de la destrucción del año 1936. En el lugar que ocupaba la ermita se levantó una cruz parecida a la del mentidero, que se conocía como “la cruz de los Benjumea”, porque allí murió una señora perteneciente a dicha familia al volcar un carruaje que ocupaba, procedente de la sierra.

Cada Ermita tenía su ermitaño. Las tres últimas desaparecieron a finales del siglo XVIII y principios del XIX, quedando sólo la de San José.

LA ERMITA DE SAN JOSÉ

La ermita de San José es la única que queda de las cuatro que había en el siglo XVII, en ella se conserva la imagen del Patrón de la Puebla: el Patriarca San José.
Este templo no se llegó a quemar el 18 de Julio de 1936, solamente se quemó la imagen de San José porque había sido restaurada, y al llegar a la Puebla, en vez de llevarlo a la ermita lo llevaron a la parroquia poco antes de ser incendiada; ahora hay otra imagen de San José que se trajo sobre el año 1960.
Esta Ermita fue desalojada y convertida en almacén de grano en 1941. Sus Imágenes fueron trasladadas a la Parroquia, la campana también la quitaron y estuvo a punto de venderse al Ayuntamiento para obras municipales. El retablo de San José fue adquirido por José Raya para el Señor Cautivo que había donado a la Parroquia.
Sobre el año 1951 se volvió a restaurar dicha ermita para celebrar de nuevo cultos: se trajo la nueva imagen de San José, también la Virgen de Consolación que estaba en la Parroquia, a la que fueron llevadas todas las imágenes que había en ella. En 1956 es bendecida la nueva campana, costeada por suscripción popular, por el Cardenal Bueno Monreal, y colocada en la espadaña; la campana que había con anterioridad había sido vendida para reparar la del reloj del Ayuntamiento. Así que ya vuelven a descansar en paz los restos de Teresa Moreno, que se encuentra enterrada delante del mismo Patrón, como ella deseó, como también pedir su muerte en su día precisamente cuando pasaba procesionalmente la imagen de San José por su puerta.

 

LAS CRUCES CALLEJERAS

Había muchas cruces por las calles de la Puebla; todas tenían un recuerdo, pero la mayoría fueron quitadas de su lugar, y a veces destruidas, con motivo de la implantación de la Segunda República, en abril del año 1931. Éstas eran algunas de ellas:

- LA CRUZ DEL MENTIDERO.

Ésta estaba en la Plaza Nueva, sobre un poste y rodeada de unos asientos de piedra cuadrados donde se sentaban los ancianos del barrio, para comentar las noticias del día, las novedades del pueblo y algunos chascarrillos ocurrentes. Cuando llegaba el día 3 de mayo y hasta el día 9, adornaban la cruz con flores naturales y encajes, y le rezaban el rosario todos los vecinos del barrio.
Esta cruz la tiene actualmente Molla, que vive en la plaza Santa Ana, porque su madre la recogió de entre los escombros cuando fue derribada.

- LA CRUZ DE LA CALLE LA FÁBRICA.

Esta Cruz era seguramente la más antigua de La Puebla. Estaba en la esquina de la calle de la Fábrica, donde tiene hoy el Mancha la tienda, y por ella se le dio el nombre a la calle La Cruz.
Parece que fue puesta en dicho lugar en los primeros tiempos de la fundación de la Puebla.

- LA CRUZ DE LA FUENTE VIEJA.

Esta cruz fue puesta en recuerdo de un Benjumea que murió en el mismo lugar a consecuencia de que volcó el coche de caballos que conducía.

- LA CRUZ DE LA PLAZA DEL CONVENTO.

Esta cruz parece ser que fue instalada desde la fundación del Convento de San Francisco por los Padres Mínimos, ya que estos acostumbraban a poner cruces delante de sus conventos. Fue demolida en el año 1931, conservándola en su domicilio Concha Andrades hasta el año 1936, en que fue nuevamente instalada en el mismo lugar. Posteriormente en su lugar se instalaron tres cruces sobre el año 1950, con rejas y faroles. La anterior, también en el día de la Cruz se adornaba con flores naturales y encajes.

- LA CRUZ DEL PUENTE.

En el puente del río Corbones, había también una cruz de hierro en recuerdo de donde se quitó la vida un tío abuelo de Francisco Moreno Galván.

- LA CRUZ DE LA CALLE EL CHERITO.

En la calle El Cherito hubo una cruz en recuerdo de un crimen que se cometió precisamente en el lugar donde estaba instalada dicha cruz.

- LA CRUZ DE LA CALLE SAN PATRICIO.

En esta calle hubo una cruz en la esquina a la calle Altana, en recuerdo de un Orellana que perdió la vida cuando instalaba la luz eléctrica.

- LA CRUZ DE LA CALLE FUENTE SANTA.

La cruz de esta calle estaba instalada en un nicho en la casa que vive hoy Mario el albañil. Durante los días 3 a 9 de mayo le rezaban los creyentes, y se sentaban en sillas en la pared del frente. El origen de esta cruz se ignora; se dice que fue puesta por los vecinos por devoción.

También hubo otras cruces en la calle Papitas, así como en la calle La Luna, desconociéndose los motivos.

- LA CRUZ DE LOS CAÍDOS.

La cruz de los caídos fue una cruz que hubo en medio de la plaza Vieja, cuya construcción fue costeada por el Ayuntamiento, en memoria de los que murieron en la guerra civil en las filas del general Franco, y también de los que murieron voluntarios en Rusia, estando sus nombres grabados en una lápida. Estaba rodeada de flores, y tenía cincelados los escudos de España y de la Puebla. Fue desmantelada sobre el año 1980, al cambiar el régimen y entrar la democracia.
Antes de construirse esta cruz, hubo otra de madera instalada en la fachada de la Iglesia.

EL ANTIGUO ARQUILLO DE LA PLAZA VIEJA A LA CALLE FÁBRICA

Era sobre los años mil novecientos treinta, cuando aún existía este antiguo arco que fue construido en los primeros años de la fundación de la Puebla. Estaba ubicado en el mismo lugar que ocupa hoy el construido sobre los años mil novecientos ochenta, aunque el anterior era más bajo y además estaba construido en dos partes.
En dicho arco antiguo se instaló un zapatero llamado Mariano Crespillo apodado “Pindajo”; este zapatero se emplazó en dicho arco con su banquilla, su asiento y demás herramientas para poder trabajar y ganar el sustento diario de la vida. A estos antiguos zapateros, se les llamaba “zapatero remen¬dón”, porque para la mayoría de ellos, su trabajo era remendar cal¬zados rotos, ya que en aquellos tiempos había pocos medios para comprarlos nuevos. Trabajó este buen hombre en dicho lugar hasta la restauración de la Segunda República, teniendo que marcharse a otro lugar al ser derribado este arco y quedarse sin cobijo.


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