LOS OFICIOS ANTIGUOS

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SUMARIO

LOS LLORONES

“Los llorones” eran unas personas que se dedicaban a llorar en los entierros por el difunto, mediante algunas pesetas que los familiares del fallecido les pagaran; esto de tener “llorones”, por regla general lo hacían las personas acaudaladas. Los últimos llorones que hubo en la Puebla fue cuando murió Luis Benjumea, antes del año 1930.

LOS SERENOS

Los serenos eran unos guardias municipales que prestaban sus servicios de noche, al dar las doce horas; estos al llegar esa hora daban la voz de ¡Las doce y sereno! o ¡Las doce y lloviendo! Según el tiempo que hiciera, y encendían las farolas de gas o de carburo.
Se cuenta que iba de ronda una noche un sereno que le decían el Monacillo, y al llegar a la calle San Patricio, se asoma a una tapia Diego “el de la Teodora”, -este tenía una voz para asustar niños-, le pregunta al Monacillo con aquella voz tan tenebrosa: Monago, ¿qué hora es? Y fue tan grande el susto que le dio al sereno, que de la impresión dicen que falleció pocos días después.

LOS CANTANTES CALLEJEROS Y ROMANCEROS

Los cantantes callejeros eran unas personas que cantaban por las esquinas, siempre con temas de crímenes y vidas trágicas de bandidos, y al terminar de cantar vendían unas hojas con las canciones al público.
También venían con frecuencia los romanceros; estos traían un telón donde venía pintado el crimen u otro problema diferente, y señalaban con una caña los cuadros que iban a la vez pregonando, y al terminar pedían algunas perras. El último romancero que vino por aquí fue uno que contaba la muerte del bandido Pasos Largos.
Los Títeres, llamados Los Cristobitas, venían también con frecuencia; se le decía los Cristobitas porque el personaje principal era Don Cristóbal con la Porra, se instalaban en las esquinas y al terminar la función también pedían algunas perras.

LOS LECHEROS

Los lecheros eran unas personas que tenían una piara de cabras, o bien algunas vacas, y salían por la mañana tempra¬no cada uno con sus animales, llegaban a cada casa donde ya tenían su clientela fija, llevando una medida de hojalata de a cuarto litro, y le ordeñaban la cantidad de leche que querían; siempre se enfadaba la clienta porque, al ordeñar, se cubría de espuma la medida, y al bajar la espuma quedaba muy poca leche. Además, la leche que se consumía en aquellos tiempos tenía el inconveniente de que al her¬virla se les cortaba a las amas de casa, teniendo que tirarla.
En aquellos tiempos que no existía como hoy la leche ya pasteurizada y homogeneizada, embotellada, en envases de cartón, o en bolsas de plástico, y se cogía unas fiebres llamadas las “calenturas Malta”; éstas se padecían por la poca higiene que había en aquellos tiempos. Estas fiebres daban un día sí y otro no, y al que le entraba era muy difícil de recu¬perarse, por los pocos adelantos médicos que había entonces
Los cabreros más nombrados fueron: los ”Culantros”, Manolo “el de las Cabras”, “El Preñadito”, “el Cafetero”, y varios más. Los vaqueros más recordados fueron “Panilla”, Manuel “el de la Tejuela”, Andrés “el Cherito”, y otros.

LOS PELANTRINES

Los Pelantrines eran varios individuos de familias apellidados Cabello, que poseían carretas y bueyes, dedicándose al transporte de cereales y varios; vivían en la Plaza Nueva, y los bueyes estaban siempre amarrados en las carretas que se situaban en dicha Plaza.
También hubo otros Pelantrines que vivieron en la antigua calle Bermúdez (hoy Cherito), que se llamaban Batalla, y “el Cherito”, que se dedicaban todos ellos al mismo trabajo que los mencionados anteriormente.

LOS ARRIEROS

Los arrieros eran unos individuos trabajadores que poseían varios burros, que se dedicaban al transporte de aceitunas, ramón, haces de trigo o de cebada, aunque la mayoría de estos transportes eran de ramón cuando limpiaban los olivos para las panaderías. Los burros iban en fila de a uno, y el primero siempre acostumbraba llevar un cencerro; el arriero llevaba una vara grande detrás de las espaldas, formando con el cuerpo una X, estos cuando iban por las carreteras, acostumbraban a cantar cante flamenco de la tierra. Las filas de los burros, que casi siempre eran unos cinco, se llamaban arrias.
Los arrieros más conocidos fueron: “El Agolimbre”, “Cuchilleja”, Miguel Correa y otros.

LOS GAÑANES

Los gañanes eran los jornaleros que iban a los cortijos a trabajar, con la misión de arar el terreno; éstos llegaban al despuntar el día, cogían mulo y arado, y se marchaban uno detrás del otro camino de la besana.
Salían cantando por el camino fandanguillos con estas letras:

Una paloma blanca
llegó a un río a beber,
por no mojarse la cola
dio un vuelo y se fue,
¡ay que paloma tan señora!

Con la sangre de mis venas
se cura tu enfermedad
mira que si soy bueno
que me la voy a sacar:
tu te curas y yo me muero.

LOS PICADORES

La Puebla tuvo en tiempos dos picadores de corridas de toros; uno era Fernando Andrades “el Artillero”, este estuvo actuando antes de la guerra, y el otro fue Alfonso Domínguez, hijo de “Frasquito de Osuna”, el mejor conocedor que hubo en la Puebla de las fiesta taurina.
Ahora actúa en la cuadrilla de Jesulín de Ubrique, con gran éxito y triunfando en casi todas las corridas, Diego Ortiz.

LOS AGUADORES

Los aguadores eran unas personas que se dedicaban a vender el agua antes de que hubiese agua corriente. Estos traían un carruaje con un bidón grande donde llevaban el agua; dicho carruaje era tirado por una bestia, y a este medio de transporte del agua le llamaban “pipa”; estos llevaban además unas cubetas donde repartían el agua a domicilio a cambio de algunas monedas. Los aguadores que hubo últimamente fueron “Violín”, Andrés, Ricardo y Sebastián Lavado.

LOS GATUNEROS

Los “gatuneros” se les decía a aquellas personas que se dedicaban a la matanza de cerdos y venta de sus despojos; esto se hacía en sus mismas viviendas, y hacían chorizos, morcillas, preparaban el tocino sobrante con sal para conservarlo, ya que en aquellos tiempos no había cámara frigorífica. Estas ventas estaban preparadas en una mesa donde ponían el peso y los despojos, y también en la mesa había una cruceta de madera donde se colgaban el chorizo, la morcilla y varios.

EL GUARDA CONSUMOS

El “guarda consumos” era un individuo que se colocaba en la salida de la Puebla en una garita con gorra de plato, para cobrar el impuesto por la entrada de alcohol en el pueblo. Su actitud era siempre muy seria, y no dejaban pasar una.

EL PEÓN CAMINERO

El peón caminero era un individuo dedicado a cuidar las carreteras para que no hubiera problemas, y a la limpieza de las cunetas y el cuidado general de las carreteras de su distrito. Estos usaban sombrero andaluz con carapela con los colores nacionales, tenían de albergue viviendas muy buenas y todavía se conserva una de ellas en la Puebla, en la carretera de Sevilla.

EL PORQUERO

Había unos hombres que trabajaban de porqueros, es decir, que recogían los cerdos de los particulares y los llevaban en piaras al campo para darles de comer mediante cierto pago; el más conocido de ellos era un porquero que se llamaba Sarmiento, apodado “el Bizco Justicia”, que iba acompañado de varios familiares, y era curioso que, volviendo el cerdo del campo, al llegar a casa del amo, se retiraba de la piara y entraba en su casa sin ayuda de nadie, ya conocía de antemano su domicilio.
También hubo otro porquero que recogía los cerdos, que se llamaba Raimundo, este era también ayudado por sus hijos, que tenía varios, y vivía en la calle Fuentesanta.

LOS VENDEDORES CALLEJEROS

Había en la Puebla antiguamente ciertos vendedores ambulantes, que iban cantando por las calles unos pregones deliciosos para anunciar sus productos, por ejemplo los que vienen a continuación:

- EL NARANJERO

Este era un vendedor ambulante que llevaba las naranjas en lo alto de un burro; este vendedor pregonaba las naranjas por las calles con una voz tan bonita y tan aflamencada que parecía que iba a salir cantando flamenco. El pregón consistía en lo siguiente: ¡Naranjas chinas de Mairena!

 

- LOS TINAJEROS

Estos eran unos vendedores de tinajas y lebrillos; las llevaban amarradas con sogas encima de unos burros. Igual que los anteriores, decían un pregón muy musical y melodioso. ¡Tinajas y lebrillos malagueños!, éste era el pregón.

- EL MUCHACHO DE LOS PAJARITOS

Este era un joven con una pita metida en un palo, donde llevaba cogidos unos pajaritos y unas tijeritas hechas de azúcar, y pregonaba cantando un bonito son que decía: ¡Chicas, chicas, los pajaritos y las tijeritas, ay qué bonitas! Así continuaba calle tras calle.

- EL TÍO DE LAS PELOTITAS AMERICANAS

Era un vendedor ambulante que pregonaba unas pelotitas de dulce que parecían madroños; bailaba y a la vez cantaba el siguiente pregón: ¡Tres pelotas, una perrilla; que son de coco y están muy ricas!

- EL TÍO DE LOS PIÑONES

El “tío de los piñones” era un vendedor que frecuentaba la Puebla; llevaba unas alforjas donde tenía los piñones. Este buen hombre tenía una voz tan potente que se oía el eco de su pregón por los pueblos vecinos. El pregón era: ¡Piñones gordos!

- EL TÍO DE LOS PIRULÍS

El tío de los pirulís era un vendedor ambulante que traía unos muñequitos hechos de azúcar en palillos de dientes insertados en una pita. Este buen hombre, cuando terminaba de pregonar, una vez reunidos los niños a su alrededor, les preguntaba: Niños, ¿habéis comido? Los niños contestaban: ¡Sí!, -¿Estáis gorditos? Otra vez los niños: ¡Sí! -¡Pues bailad un poquito! Y los niños saltaban alrededor del tío.

- EL TÍO DE LAS NUECES AMERICANAS

El tío de las nueces americanas era un hombre grueso que venía con frecuencia a la Puebla vendiendo nueces americanas, y pregonaba cantando el siguiente pregón:

El tío de tós los años ya ha venío,
está más gordo que un tambor,
que lo mataron buscando el tango
a las nueces americanas
están muy ricas y están muy sanas.

- LOS MOLLETES Y EL PAN FRANCÉS DE LAS MAÑANAS

¡Molletes calientes a gorda! Este era el pregón que se oía por la Puebla todas las mañanas, al amanecer. Estos eran unos panes preparados para el desayuno, que los llevaban en un canasto tapado con una manta para que no se enfriaran y llegaran calientes para el desayuno; los vendedores eran muchachos y muchachas jóvenes.

- “LA VIOLINA” Y LOS CARACOLES

“La Violita” era una mujer que, ya algo anciana, se dedicaba a vender caracoles en las primaveras; esta llevaba una olla grande llena de caracoles sobre la cabeza y vestía muy típica, con un mantoncito de Manila y unas flores en el pecho y en la cabeza.

- EL LAÑADOR

Era un hombre que lañaba tinajas y lebrillos, con el siguiente pregón, también bonito: ¡Se lañan tinajas y lebrillos! Esto lo pregonaba en un buen tono.

- EL CERRAJERO

El cerrajero, con una voz gruesa, pregonaba: ¡Se componen cerrajerías y llaves! E iba haciendo a la vez un ritmo muy curioso tocado con dos planchas.

- EL LATERO

El latero ambulante era un hombre que llevaba un cajoncito con las herramientas de su trabajo y otro cacharro donde llevaba el carbón encendido para derretir el estaño; el pregón era el siguiente: ¡Niña, el latero! ¡Se componen peroles y ollas de porcelana!

- EL PARAGÜERO

Cuando se veía al paragüero caía muy mal verlo con el paraguas, ya que se temían próximas las lluvias; él decía que anunciaba el agua porque en aquellos tiempos llovía mucho y no se podía trabajar en el campo. El pregón consistía en lo siguiente: ¡Se arregla sombrillas y paraguas!

- EL CACHUCHERO

Este era un hombre con un borriquillo y un canasto donde llevaba las chucherías que consistían en palodú, algarrobas y caña de azúcar. El “palodú” o palo dulce era unas raíces que resultaban muy agradables cuando se masticaban. También llevaba muñequitos de barro y caballitos que los cambiaba por botellas negras, pellejos de conejos, aluminio, plomo y cobre.

- EL TÍO DE LAS PIRULETAS

El tío de las piruletas era un vendedor ambulante que llevaba en una pita montada sobre una caña, unas figuras hechas de dulce. Este individuo era natural de Olvera (Cádiz) y hacía un pregón que sugería a los niños los medios de conseguir el dinero para comprar su mercancía. La fórmula consistía en el siguiente pregón:

Niños, tirarse al suelo,
romperse los baberos,
verá como vuestras madres
os dan el dinero.

- Además de los mencionados, también venía el vendedor de azofaifa, el tio del helado y otros.

 

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